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CRÓNICAS CONTRA EL OLVIDO: LAS VÍCTIMAS DEL CHINO

La búsqueda de una mujer desaparecida, una comerciante y madre de dos niñas, descubrió la historia de un asesino en serie en la colonia Lomas de San Miguel, en México.

Diego Israel Guerrero Cedillo
@diegonerpelmazo

La nota roja es una fotografía de la realidad tan inverosímil que se vive día a día. Es un conjunto de crónicas que, paulatinamente, se ha vuelto parte del imaginario colectivo y se introduce al vox populi a través de medios de comunicación con poco rigor y que buscan promoverse mediante el morbo. La nota roja se transmite en canciones, obras de teatro, novelas, películas; pero, sobre todo, de boca en boca.

Son historias que se vuelven de culto y se encargan de saciar el hambre de sangre de la sociedad. Son atractivas por lo increíbles que pueden llegar a ser y porque se tiene la certeza de que son verídicas, aunque lo cierto es que la mayoría se basa en verdades a medias. Maquillan la realidad con sangre y ocultan el verdadero problema: la misoginia, la homofobia, el racismo, el clasismo, la corrupción, la impunidad y el odio, que no discriminan.

Tras las huellas del crimen

¿Qué pasó en Lomas de San Miguel? El sábado 15 de mayo de 2021, Andrés Filomeno Mendoza Celis, conocido como el Chino, fue arrestado en la colonia Lomas de San Miguel. Según las autoridades, Andrés asesinó a Reyna González Amador, una mujer de treinta y cuatro años, comerciante y madre de dos niñas. Reyna fue reportada como desaparecida el 14 de mayo de 2021 por su pareja, Bruno Ángel Portillo, quien la buscaba desde el jueves 13 de mayo porque no había regresado a casa.

El jueves 13 de mayo, Reyna le dijo a su pareja que surtiría mercancía para su negocio y que la acompañaría el Chino. Ella tenía una tienda de accesorios para celulares y Bruno sabía que el Chino y Reyna eran amigos, así que no fue extraño que él la acompañara. Por la noche, al darse cuenta de que Reyna no había regresado, Bruno fue a casa del Chino para preguntar por ella, pero él le dijo que no la había visto en todo el día.

Al amanecer del día siguiente, Bruno buscó a Reyna por todas partes, pero no encontró rastro de ella. Entonces, decidió levantar una denuncia de desaparición para que las autoridades lo apoyaran en la búsqueda. La noche de ese viernes 14 de mayo, Bruno volvió a casa del Chino para preguntar por Reyna, pero él volvió a negar haberla visto. Esta vez, Bruno notó una actitud sospechosa en el Chino.


Entre dudas y sospechas

Siguió con la búsqueda de Reyna en la colonia y sus alrededores, pero algo le decía que el Chino sabía dónde estaba su pareja. La noche del sábado 15 de mayo, Bruno le pidió ayuda a un excompañero de la policía municipal de Tlalnepantla. Él estaba seguro de que el Chino sabía algo de Reyna, así que le pidió que lo acompañara para interrogarlo. Bruno creía que, si el Chino veía al uniformado y a la patrulla, se asustaría y confesaría. El excompañero de Bruno aceptó.

Ambos llegaron al domicilio del Chino, ubicado en calle Margaritas, en la colonia Lomas de San Miguel. Aproximadamente, a las nueve de la noche de aquel caluroso sábado, Bruno bajó de la patrulla y golpeó la puerta con el puño cerrado hasta que una voz cansada, grave y molesta preguntó: «¿Quién es?». Bruno le exigió al Chino que abriera la puerta y este, intentando mostrarse sereno, le preguntó qué estaba pasando. En cuanto el Chino entreabrió la puerta, Bruno lo aventó haciéndolo caer de espaldas y logró entrar al domicilio.

Bruno caminó por un patio amplio y oscuro con habitaciones a los costados. Mientras avanzaba, gritaba el nombre de Reyna, pero no había respuesta. Llegó hasta el fondo del patio, que tenía la forma de un pasillo amplio, y entró a la última habitación. Era un cuarto desordenado y sucio. Estaba oscuro y olía mal. Bruno buscaba rastros de Reyna, movía objetos y seguía gritando su nombre. Entonces, al lado de un catre encontró un hoyo de, aproximadamente, dos metros, con una escalera improvisada con tablas de madera. Bajó por la escalera y, al darse la vuelta, encontró una escena escalofriante. Reyna, su pareja, estaba ahí, descuartizada y desollada en una mesa de plástico.


Feminicidio en serie

El Chino intentó escapar, pero fue detenido por el excompañero de Bruno, quien le contó lo que había visto en el sótano. De inmediato, reportaron el hecho a las autoridades y formalizaron la detención de Andrés Filomeno Mendoza Celis. Después de que el Chino fuera detenido por las autoridades y trasladado al penal de Barrientos, los peritos entraron al domicilio a realizar las investigaciones correspondientes.

Pronto se dieron cuenta de que se trataba de un feminicidio en serie. Encontraron restos óseos de diecisiete personas, así como objetos personales de las víctimas, identificaciones, una libreta con más de treinta nombres y fotografías instantáneas y videos de los momentos en que descuartizaba a las mujeres. Se estima que el número de víctimas del Chino es superior a treinta y que viene asesinando desde 1991. 

«Lo único que quiero decir es la verdad. Lo he hecho, ya ni modo», declaró Andrés Filomeno Mendoza Celis ante el juez en una audiencia. Hasta el 23 de diciembre de 2021 todavía no se sabía cuál sería el futuro del Chino. Aún no habrían terminado de limpiar el terreno ubicado en la calle Margaritas y había indicios de más propiedades a su nombre. Quedan muchas dudas por resolver, por lo que esta historia todavía está muy lejos de tener un final.

✍ Trabajo final del Curso Virtual Crónicas Contra el Olvido, dictado por el maestro Eloy Jáuregui en la Escuela de Comunicaciones Artífice (ECA).


Fotos: Fiscalía General de Justicia del Estado de México

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